jueves, 27 de febrero de 2014

La mujer del autobús


La mujer del autobús había dejado sus preocupaciones en el asiento. 
Aun con ella ya ausente, sus palabras flotaban en círculos alrededor de él, como un eco lejano. Parecía que la reclamaran. Pregonaban la presencia de la mujer durante esos minutos que había estado ahí sentada. Pero eso sólo podía verlo yo. Claro que sólo podía verlo yo. Nadie más había estado presente en realidad. Los que se encontraban alrededor estaban muy lejos. Peligrosamente lejos. ¿Quién, en su sano juicio, querría perderse cosas como esa? Ese momento en el que alguien abandona el sitio en el que se encuentra dejando tras de sí su propia persona en forma de palabras que atrapan tu pensamiento. Ese momento que, después de todo, te hace estar muy lejos. Peligrosamente lejos.  

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