viernes, 26 de diciembre de 2014

Poetas en el mar.

Habla un náufrago
de poetas en el mar.
Dice que los oye,
raudos, fuertes,
sensibles, delicados,
como si sus versos fueran de papel,
como si sus voces murieran
cada vez que baja la marea.
Como si cantaran de plomo.
Dice que los oye recitar
mientras pintan sus palabras en las olas.
Ola va, palabra viene.
Se lleva su desidia de flor disecada de años
durmiendo entre las páginas
de lo que anoche fue una hoguera.

Pude oírla,
oí cómo se quemaban frases
escritas deprisa entre arenas blancas.
También oí a los poetas.
Cómo recitaban.
¡Cómo hablaban!



sábado, 18 de octubre de 2014

De camino.

Antes, paseando por Barcelona
sin luces,
una ciudad a oscuras dada al sueño
y a los ronquidos que salen de las ventanas,
componiendo un ligero ronroneo de ojos verdes.
Antes, en mitad de una calle sin nombre
sumida en su propia vaguedad de nada,
suelta,
una paleta que se ha quedado sin colores
porque las gentes de día corrompen las mezclas.
Antes, pisando charcos de tinta negra,
diluyéndome en ellos,
volviéndome una sombra sin voz,
sin historia,
sin humo.
Antes, justo antes de encenderse la primera farola
en esas calles
se me rompió un verso.

martes, 9 de septiembre de 2014

Reencuentro.

Me escurro entre pasos de gigantes.
He creído buena idea subirme a una escalera
y fingir que veo más allá del fin del mundo.
Me he desterrado entre pasos de elefantes.
Me he convertido en un personaje
preso de su propia psicodelia.
He creado retratos inconformistas
deformados en el hiperrealismo.
Pensaba haber encontrado el color
que describía la melancolía
de una caja de madera al saberse caja de madera.
Pero no más allá de la vista del romántico
encuentro historias que me trazan con carboncillo.
Hoy me he reencontrado por puntos y comas.
He guiñado el ojo a la incomprensión
y me han reaparecido las alas tejidas con palabras.

Me he enamorado de una palabra,
de unas mil palabras.







lunes, 11 de agosto de 2014

Día de lluvia y poesía.

Alguien ha dibujado gotas en mi ventana.
Ha trastocado el velo blanco del aire
y lo ha casado con colores de hielo.
He salido al porche
y me he encontrado con nadie,
que ha quemado mis pulmones.
Por culpa de un cristal
derramo palabras sobre la alfombra
y apago el fuego de leña,
consumiéndome
entre sinestesias.
Me he convertido en un reloj
esclavo de las horas que nunca
devuelven nada.
Me he convertido
en un tiempo atemporal entre mis versos.
Ellos toman mi aliento,
yo tomo su sentido
y nos deshacemos en suspiros
vacíos de silencio
y hartos de embriaguez.
El dibujo es imborrable,
y las palabras impronunciables.
A veces me harto
de quedar sumergida
entre gotas de mentira.

domingo, 29 de junio de 2014

Sonaba a rosa.

Hoy me siento pájaro
con alas de plomo.
El viento tira de las plumas,
las arranca de su sueño,
las deja bailar
y caer.
Un alma vieja
me dicen.
Recuerdo historias
que escuché a la sombra
de un sombrero gris.
Vuelo a una noche
en que al ruido
lo mató el silencio.
Calles abarrotadas
de nada.
Personas no escritas pasearon
esas, mis páginas.
Fue noche de tinta,
un tono azul dormido hoy
en el armario.
Alguien mencionó a la libre
libertad.
Hoy es roja, teñida
de gafas tintadas.
A veces canta,
a veces cierra los ojos
y me recuerda a mí,
perdida
entre tantos cuentos.


viernes, 6 de junio de 2014

Cuando se van.

¿Adónde irán los sueños
cuando los dejamos marchar?
Los matamos en vida
o los ahogamos
mientras duermen.
Somos asesinos
en serie.
Buscamos
venganza por la realidad
envenenada entre humos
y renegada de su voz,
muda,
transparente.
Vemos
barcos a la deriva
que naufragan en las costas
y se funden con la arena.
Maldecimos a la tierra
sin darnos cuenta que nosotros
tiramos de su manto.
Subyacen las ideas y se acomodan
a la vaguedad de la nada.
Se ahogan en pozos secos,
anhelando el aire
que hemos dado a los buitres.
Suspiramos
por la cura de una enfermedad
que está maldita.
¿Pero adónde irán?
Los vemos huir
con sus planes bajo el brazo
y la música en las manos.
Trazan minúsculos mapas
de un pasado basado
en el futuro.
¿Pero adónde irán?
Si no lo sabemos, quizá
es que hayamos muerto con ellos.



viernes, 16 de mayo de 2014

Versos soldados.

Quizá se viera
vacío,
pero completo.
Quizá pareciera
enorme,
pero minúsculo.
Quizá lo fuera,
y se marchara.
Desfila por las calles,
atormentado
de su felicidad.
Deseoso
de envolverse en halagos
caídos.
Viuda de viudo,
un punto cuadrado,
y cuadros desmontados.
Vive por su historia,
sin saber que fue borrada.
Respira por la inocencia
que creyó imperecedera.
Ama por las palabras
que nunca tomaron su aliento.
Mata por las miradas
de quien ha mirado mucho.

martes, 6 de mayo de 2014

Y he muerto.

Tengo un café
manchado de palabras.
Susurros enfrente
de espejos huecos,
inservibles,
mudos.
Abro la puerta a la locura,
harta de realidad,
ansiosa de delirio
y muerta de frío.
Tenía héroes enmarcados en tinta.
Tenía colores de agua,
y los dibujos siempre ardían
solemnes,
impasibles.
Ventanas cerradas y
puertas desmontadas.
No salgo, no entro.
No vivo, no nada.

miércoles, 9 de abril de 2014

Dónde.

Tenemos 
voces que nos despistan del camino
atrapado entre verdes.
Senderos inconcluyentes
amenizados de la discordia
que nos salva de estar
sobrios. 
Vientos
que trasladan tierra,
tierra que nos engulle
en paisajes utópicos.
Realidad, paso
a la disonancia.
Estrellas que nos pierden,
nubes que nos ralentizan,
noches que nos fatigan.
Somos
esquirlas desalmadas
en un mundo de tinta.
Tinta derramada.
Agua que nos diluye
y borra las pisadas
de nuestra historia
aún no escrita.
Nos llamamos,
y nos perdemos.
Nos perdemos,
nunca encontrados.




jueves, 27 de febrero de 2014

La mujer del autobús


La mujer del autobús había dejado sus preocupaciones en el asiento. 
Aun con ella ya ausente, sus palabras flotaban en círculos alrededor de él, como un eco lejano. Parecía que la reclamaran. Pregonaban la presencia de la mujer durante esos minutos que había estado ahí sentada. Pero eso sólo podía verlo yo. Claro que sólo podía verlo yo. Nadie más había estado presente en realidad. Los que se encontraban alrededor estaban muy lejos. Peligrosamente lejos. ¿Quién, en su sano juicio, querría perderse cosas como esa? Ese momento en el que alguien abandona el sitio en el que se encuentra dejando tras de sí su propia persona en forma de palabras que atrapan tu pensamiento. Ese momento que, después de todo, te hace estar muy lejos. Peligrosamente lejos.  

miércoles, 19 de febrero de 2014

Lienzo en blanco

Estábamos allí, uno enfrente del otro, en silencio, en un silencio de mentira. Es evidente que él gritaba. Daba voces con todas sus fuerzas para llenarse de alguna manera, porque se sentía vacío. Yo le miraba con atención, le escuchaba callada. Hay cosas que están hechas para hablar, otras para gritar, para cantar, o para permanecer silenciosas. Ninguno de los dos estábamos hechos de este último. El vacío nos incomodaba, nos envolvía y nos traspasaba con fiereza. Entrecerré los ojos, le vi borroso, y su grito aflojó en intensidad. Me dejé llevar por ese resquicio de paz y me permití vagar por la nada, negra, pequeña, inmensa. Silencio. Ruido. Gritaban, pero esa vez no era como antes. La que gritaba era yo. Era un grito sordo, metido en mi cabeza, abriéndose paso a codazos por entre mis pensamientos, empujando en las paredes de mi realidad. Seguía gritando. Apreté los párpados con más fuerza y todo se intensificó. Aquella voz gritona me pegaba desde dentro, intentaba destruir mi mente. Pero no era nada agresiva, por favor. Formaba figuras hermosas y danzaba, se expandía en cada movimiento con un sonido distinto. Ahora iba aquí, ahora allí, ahora giraba... No paraba quieta, y poco a poco dejé de ser consciente de mí misma. Yo era mi mente. Mi mente era un grito constante y feliz.
Abrí los ojos de golpe, casi sin darme cuenta. La tenue luz me cegó por unos instantes, pero allí estaba él todavía, solo que ya no gritaba. Silencio. Sonreí.

"Ciudad en el abismo (Re)"

Una canción de otoño

Hoy ha caído la primera hoja del otoño.
Hace apenas unas semanas los árboles estaban abrigados por un manto de colores. Verde, amarillo, rojo, marrón. Todo un festival de tonalidades, una explosión de color, como la "Primavera" de Vivaldi, pero sin los fríos. Parece irónico que los colores no vayan acorde con el tiempo en el que están, en ese sentido se parecen a nosotros. También podríamos decir que nos parecemos en cuanto a lo dispares que son los colores entre ellos y lo parecidos que son algunos en el fondo. Y todos guardan cierta relación. ¿Cada persona es un color diferente? El mundo es un arcoiris de mil colores. Más de mil. Millones. Billones. El número más alto que exista si es que existe alguno.
Y hoy he visto caer el primer tono del otoño. Era una nota en decadencia, fina y clara. Oscilaba en el aire que la llevaba a dormir sobre los adoquines, bailaba al compás del viento buscando refugio en la firmeza del suelo, e iba sola. Sus compañeras la miraban desde las ramas, apenadas, y muchas amenazaban con ir tras ella, balanceándose hacia su hermana caída. Pero ella, silenciosa, las tranquilizaba con una nota, una sola nota, un "Do" grave y sonoro, un "Do" capaz de paralizar el mundo envolviéndolo en un sonido sordo.
El paisaje era sereno. Cualquiera que lo viera desde fuera no entendería la musicalidad de ese momento. No entendería la poesía con que ha dado comienzo el otoño. No entendería el baile que acababa de tener lugar entre las hojas que ahora se mueven siguiendo débiles ráfagas de viento.
No entendería que ha caído un color y de él ha surgido una historia con una canción.